Saturday, March 01, 2008

DIARIO DE UN ANFITRIÓN Festival de Danza Contemporánea Lila López (10) Lic. María González Flores, Directora de Festivales Internacionales


IMPORTANTE parte del relato del diario de un anfitrión, en donde se muestra la CALIDAD humana de la Lic. María González Flores, Directora de Festivales Internacionales


Martes 16 octubre 2007
Teatro de la Paz

1300 hs. Revisión de camerinos para el ensayo de las 1400 hs.
1308 hs. Encuentro afortunado con María González.
Jorge: (En la puerta de la oficina.) Hola, buenas tardes. ¿Puedo pasar?
María: Adelante.
Jorge: Hola, soy Jorge Luisillo, el anfitrión de Emio Greco. Vine a revisar que todo esté listo para…
María: (Molesta, como si le hubiesen faltado al respeto.) Eso no lo ves conmigo, yo no soy de logística. Eso lo ves con Claudia, no conmigo. Yo soy la directora de todo esto. (Hace un movimiento circular con los brazos, tratando de abarcar todo el espacio para que Jorge entienda que ella es la directora de todo eso.)
Jorge: Por eso, vine a decir que…
María: Ella está en otra oficina. Con ella ves todas esas cosas.
Jorge: Ajá, bueno… y ¿la oficina está en dónde? (María voltea a ver a una mujer, quien también está en la oficina con Jorge y María. La mujer se levanta de su lugar.)
Mujer: Yo te llevo.
Jorge: Gracias. (Cuando Jorge está por salir.)
María: Una pregunta. ¿Cuántos años tienes?
Jorge: ¿Cuántos años tengo de qué?
María: ¿De qué va a ser? De trabajar en festivales internacionales, supongo.
Jorge: ¿Años? Ay no. Llevo una semana.
María: Es todo. (Regresa a su computadora.)
Jorge: Bueno, adiós.

1315 hs. Claudia.
Claudia: ¿Qué pasó?
Jorge: Vine a revisar que esté todo para el ensayo. Las toallas están mojadas, son las mismas de ayer.
Claudia: ¿Por qué me dices esto hasta ahorita?
Jorge: Desde ayer se acordó lo que se iba a necesitar.
Claudia: (Sin escuchar a Jorge.) ¿A qué hora llegan al teatro?
Jorge: A las dos.
Claudia: En media hora, casi. ¿Por qué me dices esto hasta ahorita? Te voy a pedir que este tipo de cosas las soliciten un día antes, no pueden hacer eso. (Sale de la oficina. Regresa a los pocos minutos, de malas.)

Jorge: Las toallas las van a usar hasta después de la función... eso es a las nueve, ¿te parece antelación suficiente?

Claudia: Ya están tus cosas.

1500 hs. Llamada telefónica a Monterrey.


1605 hs. Hablo con Mauricio sobre María. Me autoriza mandarla muy lejos y respaldarme, en caso de que sea necesario.
1630 hs. Hablo con Eric para conseguir el teléfono de Mariana, pues me entero que me ha estado buscando.
1636 hs. Hablo con Mariana sobre María. Me autoriza mandarla muy lejos y respaldarme, en caso de que sea necesario.

2030 hs. Función en San Luis Potosí.
2038 hs. Entra público.

*Siendo que lo amerita, relataré lo que ocurrió.*

En algún momento de la tarde compré un boleto para poder ver Conjunto di Nero. El costo: treinta pesos. No estamos en el Cervantino y no sabía si me sería permitida la entrada, para evitar problemas compré mi boleto. Cuando entró el público busqué algún lugar para acomodarme. Un señor de rasgos orientales, calvo, apartó un lugar con un sweater negro. Minutos después una mujer llegó y se sentó a su lago, a su lado izquierdo, ignorando el sweater negro, el cual apartaba la butaca a la derecha del hombre calvo oriental que no era oriental y sí era calvo. El hombre quitó la prenda de ropa oscura y el espacio quedó vacío. Asumí que nadie más iba a ocuparlo y lo utilicé yo. Suzan bailaba en el centro del escenario y yo me decía “Jorge, hiciste bien, este es un espectáculo que no debes perderte.” Estaba felicitándome por haber entrado, una vez más y disfrutando enormemente la imagen que se componía con las luces, el humo, el vestuario, los tres bailarines (Aunque Sawami casi no se veía, pero eso era parte de la imagen.) cuando de pronto alguien me tocó el hombro derecho, voltee y era Claudia Carrizosa.
Claudia: (Hablando con mucho desprecio y fastidio.) Disculpa, ¿No deberías estar allá arriba?
Jorge: ¿En el escenario?
Claudia: Ay bueno, backstage.
Jorge: No.
Claudia: No puedes estar aquí.
Jorge: No puedo estar allá arriba, puedo provocar un accidente.
María: (Quien está sentada detrás de Jorge.) No puedes estar aquí, eres el anfitrión. Salte.
Claudia: Vete a camerinos entonces. Tú debe estar asistiéndolo, por si necesitan algo.
Jorge: Ellos no me ocupan, ahorita debo dejarlos solos.
María: Pues entonces vete allá afuera, no te quiero aquí.
Jorge: ¿Por qué no? Yo pagué mi boleto.
María: Tú estás aquí para trabajar, no para ver el show.
Jorge: Ahorita no me necesitan para nada. Ellos me ocupan antes y después de la obra, no ahorita. El espectáculo ya comenzó. (Jorge voltea hacia el escenario.)
María: Salte, eres un anfitrión, tú no mereces estar aquí. Este espectáculo no es para ti. Claudia que saquen a este de aquí, no lo quiero enfrente de mí ni de Rosario.
Rosario: Ya déjalo, pobrecito.
María: ¿Qué se cree? Este espectáculo no está hecho para él. A él le pagan por trabajar, para ser su anfitrión, no para ser su público. ¿Qué se cree? (Suzan sigue bailando. Qué otra cosa si no, la obra ya comenzó.)
Señor dos o tres butacas a la derecha de María: ¿Qué pasa?
María: Nada… un anfitrión que se cree que tiene derecho a ver la obra.
Rosario: Ya María, ya. Déjalo que lo vea.
María: Debut y despedida. Primer y último año que trabaja en el Cervantino, no sabe ni con quién se mete. Una llamada a (Dice el nombre de alguien que Jorge no registra.) y deja de trabajar para el festival. Pobre, voy a hacer que le cobren todo lo que se han gastado en él. Hotel, comidas, todo. Ese siempre ha sido mi problema, pero esto es el colmo, que se meta al teatro y crea que es digno de verlo.
Rosario: Ya Maria, así es la gente, tú disfruta, es tu festival. (La música cambia, las luces bajan, María se calla.)
Cuando termina la obra María se sube al escenario a dar unas palabras y entregar unos reconocimientos. El vestido le queda enorme y se le cae en todo momento. Batalla para manejar el micrófono y mantener el vestido en su lugar. Nos damos cuenta que el vestido, o es prestado o lo tenía de cuando era más gorda, en todo caso no es nuevo y sentimos pena por ella, o por lo menos yo.